martes, 21 de enero de 2014

¡No confundamos las churras con las merinas!

Todos hemos oído alguna vez la expresión “no confundir churras con merinas”. Sin embargo, entre nuestra  generación más joven, que sabemos  muy poco de la vida en el campo, olvidamos el origen de la expresión. La mayoría, seguramente, aún recuerda que las churras y las merinas son dos tipos de ovejas. Pero...¿por qué no se deben mezclar ambas?¿Sabrías distinguir quién es la churra y quién la merina en una foto? Y, lo que es más importante, ¿por qué querríamos mantener ambas separadas?

Churras:
Las churras son ovejas autóctonas de Castilla. Sus características físicas más reseñables son su lana larga y basta, y su cabeza desprovista de pelaje en la que destacan las habituales manchas negras en los ojos, el hocico y las orejas. Se trata de animales  resistentes, óptimos para las extremas condiciones climáticas y la escasez de pasto de la Meseta del Duero. Son muy apreciadas por su carne y su leche.
La raza churra está protegida y se están llevando a cabo programas de mejora genética. Además, la carne de lechazo churro debe estar certificado por la Indicación Geográfica Protegida del Lechazo de Castilla y León.
 Existen variedades de churra en Aragón (churra tensina) y Andalucía (churra lebrijana) procedentes de la raza castellana original. Ambas están en peligro de desaparición.

Merinas:
Si la churra era la oveja dura y resistente que tenía como destino alimentar con su carne y su leche, la merina era la niña mimada del establo, la que producía la valiosa lana. Si el nombre de la churra tenía un origen despectivo, el de la merina procede de los Merinos de Castilla, que eran las figuras de máxima autoridad en sus comarcas.
La raza nació en la región de Andalucía, en el sur de España, pero sus raíces se sitúan en el norte de África o incluso oriente próximo.
Su cuerpo es compacto, con las patas y el cuello cortos. Su pelaje refuerza este aspecto compacto. La lana de las merinas es densa, rizada y blanquecina.
La lana de la oveja merina estaba considerada la más fina y suave de todas. Esto supuso una gran riqueza para Castilla, que privilegió la cría de ovejas merinas fundando el Real Concejo de la Mesta. La Mesta llegó a poseer una red de cañadas reales (aún hoy de titularidad pública) por las cuales las ovejas tenían prioridad en sus rutas de trashumancia o migración estacional a lugares más cálidos durante el invierno.
La oveja merina se extendió pronto desde Francia al resto de Europa, y desde allí a todo el mundo. Muchas razas actuales (Rambuillet, Vermont, etc.) son descendientes de la merina. La merina australiana (que aún coserva el nombre) es tan popular en su país que por cada habitante hay cien ovejas merinas.


Así pues, no nos interesa mezclar las ovejas que nos dan buena carne y leche con las que dan buena lana. Mezclando churras con merinas obtendríamos peor lana que la merina pura, y la carne y los quesos serían menos sabrosos que los obtenidos con ovejas churras.

Ana Sánchez
Geografía
2ºBach./A


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